"Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo."
Groucho Marx
Cuando quieras , te invito al club de los que no quieren pertenecer a ningún club, te daría el carnet número 00001. Ese es el número que tienen todos los carnets.
Nunca nos juntamos, lo que hacemos es no ir.
En realidad solo nos cruzamos afuera y decimos, con el más fervoroso de los enojos, por qué no vamos.
Días pasados sucedió que uno de los socios decidió ir, así que lo expulsamos inmediatamente, pero cuando vimos que nos estábamos poniendo de acuerdo, nos expulsamos a todos.
Formamos el "Club de los que no quieren pertenecer al club de los que no quieren pertenecer a ningún club”. Ahí las cosas estaban mejor , ya que por lo menos nos podíamos juntar. En una de esas reuniones, mientras hablábamos mal de nuestro anterior club, nos dimos cuenta que como habíamos echado a todos sus integrantes, dicho club ya no existía. Inmediatamente buscamos un pobre linyera, le compramos una botella de vino, y le dimos un carnet. El numero 00001 aparecía arriba a la derecha. Felices volvíamos a ser, o lo que es aun mejor, volvíamos a tener alguna razón para estar molestos y soltar nuestra queja en compañía.
Lo terrible sucedió cuando el socio carnet N° 00001 de nuestro anterior club, nos buscó con una caja de cartón vacía, reclamando el vino que el suponía le correspondía.
Hubo algunos que estaban a favor y otros en contra de cumplir con su extorsivo pedido. Los que estaban en contra se preocupaban porque al no aceptar este chantaje, el club que le daba la razón al nuestro desaparecería, llevándose en su ocaso a este del que formábamos parte. Los que estaban a favor temían por el hecho de que cuando uno se vuelve accionista de una entidad, pasa a formar parte de la misma.
Asesinamos al linyera en el acto. Le echamos la culpa de todos los males que acechaban a la humanidad en ese momento. En cada una de nuestras reuniones contábamos historias falaces y anécdotas increíbles, que con mucho trabajo lográbamos creer. Celebrábamos fiestas para recordar la victoria sobre nuestro enemigo y hasta confeccionamos vestimentas rituales que eran utilizadas por cada uno de los miembros en ocasiones especiales.
Poco a poco las historias fueron sufriendo el desgaste de la repetición , y el trabajo que hacíamos para creerlas se volvía cada vez más difícil. Las vestimentas se encontraban sucias y decoloradas, y las fiestas habían perdido toda su magnificencia. El club fue cayendo lentamente en el olvido ´y ya son pocas las personas que recuerdan el motivo de su existencia.
Lo terrible es que cuando alguien olvida, olvida en soledad.
Y solo, no se puede fundar ningún club.
Emiliano Canis
lunes, 9 de febrero de 2009
El club de los que no quieren pertenecer a ningún club
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl grupo de los que no pertenecen a ningun grupo es un grupo en sí mismo. Buena representación, saludos Canis!
ResponderEliminarwow canis, oraleee!
ResponderEliminarme gusto mucho tu blog, esta buenisimo..
te felicito y no abandones... que el club de los ningunclu´ ya cuenta con socia pelirroja y azteca.